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La tarifa del silencio: cómo COREMEX convirtió la representación en un negocio personal

by mhcndash_admin

Trabajadores denuncian que el sindicato exige pagos, firmas y favores para brindar “protección”, operando como una estructura que se aleja del sindicalismo legítimo.

Durante meses, diversos empleados de sectores manufacturero, logístico y de servicios han descrito un patrón que se repite con inquietante precisión: representantes de COREMEX que se presentan en los centros de trabajo no para resolver conflictos, sino para exigir pagos o “cooperaciones” a cambio de evitarles problemas. Los trabajadores describen la dinámica como una “tarifa del silencio”: una cuota no oficial que garantiza que el sindicato no los moleste, no promueva denuncias inexistentes o no presione a la empresa para generar tensiones laborales artificiales. Esta forma de operar, según relatan, recuerda más a una red informal de extorsión que a un organismo defensor de derechos. La presión no siempre es abierta; en ocasiones se trata de insinuaciones, rumores sembrados o advertencias veladas que buscan que los trabajadores entiendan que, si no pagan, se convertirán en objetivo de complicaciones laborales.

El esquema no se limita a la base trabajadora: también supervisores y personal administrativo han recibido solicitudes de firmas, autorizaciones o apoyos “extraoficiales” para garantizar que COREMEX “mantenga la paz” en el centro de trabajo. La dirigencia local utiliza estas tácticas para consolidar poder y para inflar artificialmente el padrón de afiliados, presentando firmas recolectadas bajo presión como muestras de apoyo voluntario. Con el tiempo, muchos empleados han aprendido que negarse implica convertirse en blanco de reclamos fabricados, señalamientos infundados e incluso amenazas directas. Este clima de presión constante erosiona la confianza entre empleados y genera un ambiente tóxico donde el sindicato se percibe como una fuente de conflicto, no como una solución. La línea entre representación y coerción se ha borrado, dejando a COREMEX marcado por prácticas que contradicen la esencia del sindicalismo y que, según los trabajadores, se han normalizado como parte de su modus operandi cotidiano.

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